A veces con la estridencia y el "stress nuestro de cada día", se pierde la significación del verdadero valor de nuestra serenidad y del inmenso equilibrio que significa nuestra paz interior.
Por el contrario diría yo que casí existe un culto a la adrenalina diaria y a todo aquello que exalta las emociones sin importar el costo que tenemos que pagar por ello, en nuestro equilibrio emocional.
Detengamonos a pensar en el auge de lo deportes extremos, los bailes en las disco o como se digan a los lugares donde el volumen de los aparatos de sonido es tan alto que apenas si gritando nos oimos y las luces giratorias o estramboticas juegan un papel central en la atracción cómo si nos impidieran poder sostenernos las miradas y descubrir nuestros antifaces.
Inclusive la comida, los fast foods, los sabores y las bebidas alcohòlicas o no, por ejemplo los red bulls y similares, son verdaderos cañonasos de cafeina o sabores que irritan o satisfacen instantaneamente el paladar o el apetito sin importar la calidad de los nutrientes o lo tóxico de sus componentes.
Las imagenes de ciertos juegos de computadora, las películas de cierto tipo, estan destinadas a acelerar la percepción, presentando miles de imagenes y colores a gran velocidad sin patrones fijos o digeribles comodamente, constituyendo verdaderos mensajes subliminales de exitaciòn, terror, violencia o incluso de velocidad de vehiculos virtuales que destruyen todo a su paso, generando adrenalina pura en las venas.
Paradojicamente cada vez que terminamos un día de tensión y de stress en el trabajo, muchos buscamos el escape de mayor exitación de lugares públicos muy concurridos, a la tranquilidad e intimidad de otros quizas más aburridos pero que nos pueden dar, descanso temporal a nuestros sentidos.
Será que esta generación ¿ya perdió el valor de la tranquilidad?, el aprecio por la quietud, el valor y gusto de una sobremesa enmedio de un ambiente suave, sin ruidos excesivos y estridencias que emboten los sentidos.
Sin embargo, las agencias de viaje amenudo nos venden imagenes de playas hermosas, atardeceres de ensueño, quietud de las olas, rumor tranquilo del mar, cenas en lugares de gran intimidad, con música suave y caminatas con toda la calma del mundo.
Aún sin ir muy lejos, a cuantos nos seduce una foto con alguien comodamente sentado en su sillon favorito, escuchando música tranquila, leyendo un libro placidamente observando las chimeneas y con un perro echado junto al tapete más cercano.
Lo cierto es que de pronto cuando hemos perdido la calma y se ha roto nuestra tranquilidad, cuánto añoramos esa paz que nos ha costado tanto sufrimiento, y por otro lado, cuando por fin hemos logrado recobrar la calma y el equilibrio, en lugar de disfrutar de un poco de paz, muchos de nosotros volvemos a las andadas y a darle nueva fuerza a la estridencia y hasta a la vida loca, como dice esa canción de Ricky Martín.
En fin en este post les quería invitar a que reflexionaramos un poco en la necesidad de defender nuestra paz interior y en recuperar el valor de mantenernos serenos y tranquilos, dándole tregua a nuestras emociones y sentidos con más frecuencia de la que hoy quizás le estamos dando.
Les parece que mientras pensemos en estos asuntos de las emociones tranquilas o alocadas, de las cuales todos podemos optar, lo pensemos mientra tomamos un rico cafecito cómo lo toman los italianos en esas plazas tan llenas de vida o en aquellos cafés reservados y tranquilos donde se puede platicar sin gritarnos, ......adelante pues a disfrutar de todo esto y más en compañia de los que apreciamos y queremos, los saluda el profe
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